Grupo 4. ¿Y con las familias qué hacemos?

Arancha Henriquez
Área de conocimiento
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¿Y con las familias qué hacemos?

 

  • Nuestra reflexión al respecto

Desde nuestro punto de vista, la inclusión de las familias en los colegios es un tema complejo. Durante mucho tiempo, el papel de las familias, respecto del ámbito escolar, se reducía a que estas vigilaran que sus hijos hicieran las tareas, estudiaran para los exámenes, controlaran la asistencia de los niños a los centros y poco más.

 Actualmente, las familias de los alumnos de infantil y primeras etapas de primaria tienen un papel muy activo en la escuela. Ayudan en las salidas escolares, hacen talleres, participan en lecturas colectivas, etc., pero a medida que los niños crecen y van siendo más independientes, las familias se van distanciando del centro, dejan de ser tan participativas. Poco a poco, sólo van siendo requeridas para que apoyen al profesorado en las salidas escolares, acudan a mercadillos, representaciones teatrales de sus hijos y poco más.

Debemos mencionar que existe un tipo de familia que suele estar presente en cualquier etapa; la familia del alumno con algún tipo de discapacidad. Estas familias suelen mantener un contacto frecuente con el centro, sobre todo con los tutores de sus hijos.

En secundaria y bachillerato, la relación entre el profesorado y las familias se vuelve más distante y, en ocasiones tensa. Muchas veces los profesores vemos a los padres como controladores de nuestro quehacer diario y nos ponemos a la defensiva, evitando el contacto con las familias, salvo que haya que tratar un tema concreto como puede ser las notas o el comportamiento del alumno.

En los cursos de secundaria y bachillerato, pensamos que la participación de los padres debería estar más presente y que se debería orientar a incentivar el trabajo y la integración del alumno en el colegio y que para ello es necesaria la colaboración con los profesores, aunque siempre a través del tutor del curso. Quizás lo primero que deberíamos hacer es intentar cambiar la forma en la que percibimos cuales son las intenciones de los padres de los alumnos cuando nos piden una cita para hablar sobre su hijo ya que, generalmente, lo primero que pensamos es que hay un problema que resolver. Son pocos los casos en los que la cita no está motivada para resolver algún problema y sino para conocer al tutor o a los profesores y tender lazos de cooperación.

Sería interesante crear una serie de reglas consensuadas, del tipo cuidar y vigilar la asistencia, promover la colaboración entre alumnos, participar en las reuniones colectivas etc. En cualquier caso la comunicación continua entre padres y profesores es fundamental.

Para que la relación padres-profesores sea más relajada y fluida, tendremos que crear una situación o un ambiente que propicie una comunicación más distendida, de forma que sea más atractivo para las familias mantener esa implicación también en Secundaria y Bachillerato.

Otro factor que quizá entorpezca la implicación de los padres con el centro escolar es que en numerosos casos las relaciones entre padres e hijos adolescentes suele ser una etapa difícil o conflictiva. Algunos padres evitan este contacto por sentirse incómodos, al tratar sobre un asunto que les supera y que no saben cómo afrontar, quizás piensen que su labor como padres va a ser puesta en tela de juicio y prefieren no enfrentarse a ello. En este caso esta falta de comunicación entre padres y profesores muestra la desconfianza existente, que debiéramos cambiar puesto que es importante que trabajemos juntos, coordinados, para ofrecer a los alumnos un entorno de confianza.

Debemos dejar claro a las familias que su grado de participación en la formación académica de sus hijos está unido a los resultados académicos de estos, y por tanto, que las altas expectativas académicas de los padres sobre sus hijos, la supervisión de tareas y deberes, y la adquisición de hábitos lectores dentro de la familia, son factores que influyen muy positivamente sobre el rendimiento escolar de los alumnos, independientemente de la etapa educativa. Es de vital importancia indicar a las familias, que han sido, son y serán referentes para sus hijos, debiendo aunar una serie de hábitos que sean análogos al trabajo que sus hijos hacen en clase.

 

  • Las barreras y facilitadores existentes en los centros educativos en lo que a la participación de las familias se refiere.

Una de las principales barreras que nos encontramos es la falta de tiempo o la imposibilidad de encontrar horarios compatibles profesores-padres. En general, el horario de trabajo de los padres coincide con la jornada escolar por lo que en muchas ocasiones o no acuden a las citas o lo hacen con prisa y no da tiempo a profundizar en temas importantes. Si la reunión es fuera del horario escolar, somos los profesores los que solemos ir con prisa, por lo que se vuelve a plantear el mismo problema.

Otra barrera que a menudo suele aparecer en las reuniones grupales, son la deriva de estas hacia cuestiones personales de cada alumno con algún profesor o con otros compañeros y también la falta de compromiso de algunos padres cuyo comportamiento afecta al resto. Se da la circunstancia de que los padres de infantil y primaria suelen conocerse y relacionarse habitualmente, ya que la mayoría acude a recoger a sus hijos al centro y suelen hablar mientras esperan. Cuando los niños son mayores y más autónomos, los padres dejan de ir a buscarlos, por lo que la relación entre los padre se va perdiendo. Esa relación, casi diaria, hace que los padres estén más comprometidos entre ellos y con el centro.

Probablemente, hay un poco de miedo a que las familias se involucren en el día a día del centro escolar. Les pedimos que se preocupen por sus hijos en todos los aspectos, salud, higiene, aprendizaje…, pero queremos que lo hagan en su casa. El centro escolar es nuestro terreno.

Cuando una familia nos comenta algún tipo de preocupación por sus hijos, tendemos a escuchar pero de forma defensiva.

La desconfianza que hay entre padres y profesores, es también una barrera. Evitamos ambas partes mantener contacto. Este contacto lo asociamos a intromisión, a tener que afrontar problemas, conflictos. En general lo asociamos a una situación de tensión, desagradable.

En ocasiones es la propia dirección del centro la que pone las barreras, ya que no solo no facilita la relación entre familia y profesores, sino que encima la dificulta. Si por parte del equipo directivo se ponen trabas, se oculta información que repercute en una comunicación necesaria y deseable, esta situación se vuelve más tensa aún. Surge una desconfianza a tres: dirección, profesores y familia.

Otra barrera que podemos señalar, es la baja representación que se les otorga a padres y madres en los centros, se puede pensar de ellos que son elementos de distracción en lugar de verdaderos colaboradores educativos. Por otra parte, los continuos cambios legislativos en el sistema educativo, hacen que los padres se dispersen, no saben en que consisten los nuevos planes, qué asignaturas se dan en cada etapa, etc. y eso hace que se alejen un poco más.

Respecto a los facilitadores pensamos que el papel del tutor del grupo es fundamental en cuanto a su capacidad de organización y de crear un ambiente relajado y de colaboración entre todos los miembros del entorno del alumno. Esta labor conlleva mucho trabajo por eso los profesores que no son tutores deben implicarse para aligerar y facilitar dicha tarea.

Otro facilitador sería que en los centros escolares hubiera la figura de un coordinador o Director de Convivencia que atendiera exclusivamente esta labor, facilitar la comunicación entre ambas partes. Su función principal sería coordinar y facilitar las relaciones entre padres, alumnos y profesores.

El consejo escolar debiera ser un facilitador, pero no siempre es así, sino más bien lo contrario. Es un posible foro de diálogo, pero en ocasiones sólo actúa de forma burocrática.

  • Propuestas  para mejorar la participación de las familias en los centros.

Para conseguir una mayor integración de las familias en la dinámica del centro, se puede proponer la realización de talleres de teatro, coro, etc. en el que participen padres, profesores y alumnos. O bien la creación de talleres en los que los padres, junto con los profesores, actúen de monitores. Dependiendo del planteamiento de los talleres estos podrían realizarse dentro o fuera del horario lectivo.

Se puede plantear unas “Jornadas en familia”, en donde un sábado por la mañana acudan al centro los padres y sus hijos (independientemente del curso en el que estén) y realicen una serie de juegos o actividades juntos con el fin de acercar la escuela a los padres. Por ejemplo: que los padres ocupen el lugar de sus hijos y se les explique algo, que posteriormente, y de manera individual evaluarán sus hijos.

Quizás otra actividad es realizar carreras de relevos entre padres e hijos de una misma clase, o búsqueda de un tesoro siguiendo una serie de pistas…

Todo dependerá de la disponibilidad de los padres, de la voluntad del centro y su equipo directivo y de profesores.

Si en algún curso se realiza un trabajo por proyectos, se puede pedir la colaboración de las familias antes de iniciar el proyecto  y realizar una reunión informativa en donde se explique a los padres en qué momento se les va a necesitar y para que.

La figura de un coordinador de convivencia que ayudara, entre otras cosas a coordinar a los profesores con las familias, creando y gestionando un horario compatible entre padres y profesores. También se encargaría de dinamizar, mediante variadas actividades o acciones, un ambiente de confianza entre ambas partes y que impliquen a los padres con el centro escolar. El coordinador no tiene que ser el creador de estas actividades, esta es una labor de toda la comunidad educativa.

Crear un foro de convivencia para toda la comunidad educativa: familias (alumnos y padres), profesorado y personal laboral, que tuviera la función de dar voz a todas las partes para proponer acciones que mejoren la convivencia entre todos. Este foro tendría un espacio físico y virtual. La idea es mejorar la comunicación y romper la desconfianza.

Proponer la participación de padres y antiguos alumnos en el desarrollo de algunas actividades de ABP u otras actividades lectivas. De este modo haremos partícipes a las familias en la tarea de aprendizaje. La presencia de padres y antiguos alumnos hará más atractivo el desarrollo de estas actividades, ya que los alumnos se sentirán más identificados con las actividades.

Proponer a los padres o abuelos que ofrezcan charlas a los alumnos en las que hablen del desarrollo de sus oficios y su experiencia, no solo profesional sino vital.

Una reunión distendida a principio de curso en la que participen los padres y todos los profesores del grupo. Esta reunión estaría organizada y dirigida por el tutor y tendría como objetivo establecer los mecanismos necesarios para la comunicación entre todos a lo largo del curso.

Dos reuniones generales más, una tras las vacaciones de navidad con el objeto de analizar el desarrollo del trabajo y funcionamiento del grupo y otra antes de finalizar el curso para sacar conclusiones y posibles mejoras de cara al curso siguiente.

Contacto permanente del tutor con padres y profesores. Una buena vía sería mediante correo electrónico o plataforma educativa para así solucionar cualquier problema de manera inmediata.

Cuando se realiza una salida escolar, se puede pedir a un grupo de padres disponibles que acompañen a los alumnos y a los profesores.

A través del centro un grupo de padres pueden organizar actividades en el barrio o excursiones los fines de semana  a las que acudan los padres, alumnos y profesores que puedan /quieran, de tal forma que la labor educativa no quede solo relegada al centro de lunes a viernes.

 

A final de cada trimestre, en esas horas que “sobran” entre evaluaciones, o fuera del horario escolar se puede proponer a los padres que den unas pequeñas charlas y luego establecer un coloquio entre alumnos, padres y profesores. Para esto, se le dejará un aula en el colegio, en donde se reúnan tranquilamente. A través de un correo electrónico y una plataforma, se informará a los padres de las temáticas y mediante una aplicación, se inscribirán los que estén interesados. Se establecerá un número máximo que de padres. Por su puesto, se les animará a la participación.