Las ocho competencias clave.

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COMPETENCIAS CLAVE

Las ocho competencias clave de la Unión Europea, trazadas sobre papel y bajo las líneas programáticas mediante las cuales se proponen, se muestran como una obra de exquisito comportamiento educacional; esto es, su recorrido teórico transita a través de la unidad de contextos educativos a nivel supranacional, razón esta que nos permite contemplar una efectiva y, dicho sea, utópica construcción de una realidad educativa común, más global y sinérgica, de la Europa de nuestros días.

Tal y como es de suponer, el marco en el cual se deben desarrollar estas competencias, como bien educativo compartido, es la democracia unitaria sustentada en un pluralismo dialogante cuyo principal eje articulatorio debiera ser el respeto a todos los niveles: político, religioso, étnico, económico, etc.

Este, bajo mi punto de vista, sería el motor de arranque de una efectiva puesta en práctica de estas competencias educativas, que en una Europa ideal pasarían de convertirse en unas meras directrices transversales, a una realidad educativa tangible.

Ante las nuevas visiones y acontecimientos internacionales –no siempre esperanzadores, sino más bien todo lo contrario- la posición vital del educando debería sustentarse en una motivación positiva y cargada de confianza, para emprender y alcanzar con éxito el camino de la educación. Estas competencias posicionan al aprendiente entre una actitud positiva y un ideal de oportunidad, para resolver problemas satisfactoriamente. La actitud positiva -esa actitud positiva que promueve la busqueda de las oportunidades laborales- tras la finalización de la educación, es la que ha naufragado y sigue vagando a la deriva, ante unas expectativas poco halagüeñas desde el punto de vista laboral en esta Europa de crisis a todos los niveles, sin mencionar las carencias de infraestructuras de las cuales adolecen muchos centros educativos, o sin pasar por el aumento de la ratio de estudiantes en las aulas, cuando no las nuevas políticas de educación, que sesgan en gran medida la puesta en práctica de estas competencias.

El impulso energético para el trabajo en competencias se debe encuadrar dentro de la matrix social del aprendizaje, o sea, partir de la base de que la aquisición de concocimientos –o el conocimiento en sí- no es una reproducción clónica de la realidad sino una construcción de esa misma realidad circundante, cotididana. Esto se traduce en terminos de actividad de cambio, ya que el conocimiento crea realidad pues la adquisición del mismo no es una mera recepción pasiva, sino la puesta en práctica de ese conocimiento en contextos sociales susceptibles de ser modificados. En este sentido, nosotros como profesores y guías, debemos asumir el rol de facilitadores del aprendizaje y no tanto el de transmisor de contenidos, algo así como una neurona más, dentro del órgano vivo que es el aula.

En resumidas cuentas, la efectiva puesta en práctica de este modelo educacional debería arrancar con una crítica particularizada, sobre la coherencia contextual y de aplicación, respecto a cada estado miembro de la UE.

Queda manifiesta mi visión respecto a cómo cambiaría este modelo educativo el desarrollo cotidiano de mis clases: positivamente. No obstante, el top-down y el bottom-up aún están lejos de aunarse en un diálogo de confluencias programáticas.

David Montes.