PARADIGMA "COMPETENCIAS CLAVE"

María José López
Ezagutza arloa
Hezkuntza testuingurua
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Valle, J.M., y Manso, J. (2013). Competencias clave como tendencia de la política educativa supracional de la Unión Europea. Revista de Educación, Extraordinario 2013, pp. 12-33.

    Este artículo hace una reflexión sobre la conceptualización y las implicaciones del aprendizaje por competencias. Todo esto,  a través del marco normativo europeo y nacional, a modo de contextualizar su origen y posterior despliegue, especialmente, a partir de la elaboración del Informe PISA, verdadera “Piedra Rossetta” de este nuevo aprendizaje por competencias clave.

    Empezaré hablando del desajuste entre las necesidades del mundo laboral y el mundo de la formación, y dónde se empezó a detectar el germen del cambio educativo, para después pasar a reflexionar si este cambio tiene efectos en las aulas y dar mi opinión sobre la evolución del cambio en países como el nuestro.

    En primer lugar, este desajuste entre el tipo de individuos que la sociedad forma y los que demanda el mundo laboral ha sido una constante en nuestra historia más reciente. No obstante, no es hasta que la OCDE proyecta el tema de las competencias al ámbito de la educación obligatoria a través del Informe PISA (en el año 2.000), que los engranajes europeos empiezan a sonar armónicamente, en cuanto a competencias y aprendizaje permanente se refiere. Además,  para que esta política supranacional desarrollada por la Unión Europea tuviera éxito, sus estados miembros debían integrar las acciones educativas propuestas en sus sistemas educativos (Valle, 2013). La lástima es, que a la hora de plasmar las directrices comunitarias en las diferentes leyes educativas, terminológicamente hablando, en nuestro país no hayamos sabido encontrar una buena traducción –aquí  parece que  la Piedra Rosetta no tenía instrucciones para nosotros-  para “key competences”, y nos hayamos quedado con unas “competencias básicas” retocadas (así queda reflejado en la LOE, tal y como los autores del artículo hacen referencia al hablar de “traslaciones incorrectas” entre las competencias clave diseñadas por la Unión Europea y las de la LOE).

    En segundo lugar, me gustaría hacer referencia al hecho de que un cambio educativo de estas dimensiones, tiene y ha de tener necesariamente efectos en las aulas; se trata de un nuevo enfoque que pretende crear individuos que puedan adaptarse a nuestra sociedad -brutalmente cambiante-, dotándolos de herramientas y recursos para poder convivir con la inmediatez de la información y las comunicaciones, gracias a las nuevas tecnologías digitales y la globalización, entre otros. A mí como docente, también me afecta, soy parte del cambio. Siempre somos los docentes los que solucionamos estos y otros desajustes –los autores del artículo hablan en este sentido de “limitaciones normativas”-. Actualmente, compagino mis tareas de dirección, con las de docencia de matemáticas en algunos cursos de primaria a través de un  formato más competencial, en forma de talleres. Se trata de dotar de un contenido más manipulativo y vivencial a los diferentes bloques en los que se divide el taller en cada nivel educativo, para que el alumnado sea cada vez más capaz, competencialmente hablando. ¿En qué medida afecta? Afecta a la forma de planificar mis clases, al diseño de lo que son las actividades, a los métodos utilizados, a la distribución del grupo, a los recursos utilizados, a cómo se evalúa, cuál es el  output final que queda físicamente, al ritmo de aprendizaje del aula, etc.  Todo se ve involucrado y hay que ir ajustando las sesiones a las necesidades del grupo en cada momento, según conocimientos previos.

   Desde mi punto de  vista, un cambio tan  profundo en las entrañas educativas  de cualquier país y especialmente en nuestro caso, requiere de un incremento de los recursos humanos y materiales en las escuelas, y requiere también, dotar de formación específica a los docentes: es imprescindible formar desde el comienzo a los profesores de manera adecuada en la conceptualización teórica de este nuevo enfoque, pero, sobre todo, en su aplicación práctica a las aulas y al aprendizaje de sus estudiantes (Valle, 2013).  En definitiva, precisa de una inversión educativa que muchos estados no están dispuestos a asumir y dilatan en el tiempo. Retrasando a su vez, la incorporación de sus ciudadanos a la sociedad actual, como ciudadanos de pleno derecho, sentenciándolos.